22 Nov Abriendo FANTAELX motosierra en mano
Pablo Tenza
La duodécima edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Elche ha dado inicio, como ya es tradición, con la proyección en los Cines Odeón de una película icónica para conmemorar su aniversario.
Este jueves 21 de noviembre, la espada ha sido apoyada sobre los dos hombros de La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), que celebra medio siglo desde su estreno. Puesto que el tema principal de esta edición es el folk horror, no podría haber una elección más acertada que este clásico del terror rural más violento.
La sala de cine se ha llenado por completo con más de un centenar de personas que se habían reunido en la entrada una hora antes de la proyección. En la puerta hemos identificado dos tipos de asistentes: los que estaban a punto de visionar la película por primera vez y los fans incondicionales que la han aclamado desde siempre, y han acudido en esta ocasión para rememorar el clásico. Un caso que nos ha llamado especialmente la atención ha sido el de un hombre de Uruguay, con el que tuvimos la oportunidad de conversar al finalizar la película. Nos ha comentado que La matanza de Texas es su película favorita y que tuvo la oportunidad de verla hace muchos años en un videoclub de su país, donde se estrenó con el título de El loco de la motosierra, un curioso nombre que para nada se sale de la realidad.
Antes de iniciar la proyección, Fran Mateu y Mario-Paul Martínez han presentado la película con un discurso cómico en el que se han referido a la cinta como una obra de “cine familiar”. Aprovechando que la proyección marcaba la apertura oficial del festival, los responsables han informado a los asistentes sobre las proyecciones de cortometrajes y presentaciones de libros que se llevarán a cabo en los próximos días. Entre estas actividades, destacaron la proyección de Irati (Paul Urkijo, 2022), a la cual acudirá el director y Nerea Torrijos, directora de vestuario de la película y ganadora de un Premio Goya por Akelarre (Pablo Agüero, 2020).
Al finalizar la película hemos podido entrevistar a los dos grupos por igual para conocer su opinión. La media de las respuestas fue extremadamente positiva: gran parte de las personas que la han visto por primera vez han coincidido en que se trata de una cinta que, aunque a día de hoy no genere el mismo impacto que generó en su momento, sí que resulta una experiencia cruda e incómoda. Han destacado también que su fama está completamente justificada, ya que, aún resultando exagerada en algunos momentos, entienden que es una precursora de su género y que el contenido de la película no se trata de un cliché, por haber sido una de las principales impulsoras de este tipo de situaciones en el cine de terror. Estas afirmaciones no podrían ser más acertadas: La matanza de Texas se ha convertido en una piedra angular y un modelo a seguir en el cine slasher moderno. No solo redefinió los límites del horror y la violencia explícita en el cine, sino que también sentó las bases de lo que se convertiría en uno de los géneros más explotados en las décadas posteriores. La película fue una de las causas principales del porqué es tan importante representar al asesino con una visible superioridad en el juego del gato y el ratón, y su legado lo podemos ver en una infinidad de obras de ficción en forma de referencias o inspiraciones.
Por otro lado, los que han repetido experiencia han ofrecido un análisis más extenso. Nos han comentado que la película es un ejemplo perfecto de folk horror y que retrata a la perfección lo que los estadounidenses tenían en mente cuando hablaban sobre los pueblos rurales de los estados más desérticos del país, en este caso, en Texas. Han subrayado que Tobe Hopper es un genio y que supo aprovechar a la perfección uno de los estados más conservadores de los Estados Unidos para retratar los efectos que se devienen de mantener unos valores tradicionales en un entorno rural, mientras el mundo cambia alrededor. En la película podemos encontrar a un grupo de jipis “Flower Power” provenientes de la gran ciudad, que se encuentran en un territorio inhóspito y en constante declive, con un grupo de personas que no se sienten cómodos con su presencia por lo que ellos mismos representan, el progreso.
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