Los personajes principales son cuatro adolescentes estúpidos y escépticos como los de cualquier otra peli de terror, que cuentan historias frente una fogata, como ya hemos visto en otros filmes del género, y hablan con un misterioso hombre con ocultas intenciones, como siempre hacen. Sin embargo, es recomendable esta peli pues contiene algún giro que la separa de lo común. Cada historia que cuentan tiene una intención, ya sea enseñar un mensaje profundo o entretenerte un rato. La cinematografía no es nada para tirar cohetes, pero se nota que usaron todo recurso que conocían. El maquillaje, sobre todo el más fantástico —el que usa prótesis y litros de sangre falsa— está muy conseguido. El gore exagerado al estilo Evil Dead, los tópicos como los sacrificios, el sexo, la familia, la locura… Sus referencias a pelis de terror —algunas más generales, otras más específicas y ciertas de nicho— son claras.

Este filme está creado por gente apasionada que tan solo quiere crear y decide retarse, decide meterse en el sótano sin pensar en el monstruo que esconde, porque los artistas arriesgan. Puedes imaginarte a aquellas personas tras la cámara, pues en esta película no se esconden. Desde el principio ya se percata uno de que la obra no cuenta con tres directores porque estos sean famosos cineastas buscando una colaboración histórica, sino que son tres colegas con una devoción afín.

Todos queremos hacer lo que más nos gusta, para sorpresa de nadie. No obstante, siempre nos parece imposible hasta que vemos a alguien externo hacerlo. Los espectadores salieron de la sala este viernes, algunos pensando “yo podría hacer algo como esto”, otros rumiando “quiero que mi película sea estrenada en la gran pantalla, igual que esta” y otros con un “pues vaya mierda, tendré que hacer algo bueno yo”, pero, digan lo que digan, se impulsará al público a crear su arte. Eso es lo más importante: no es demasiado tarde, no es demasiado pronto; no se debe tener toda la práctica, ni todo controlado, ni un duro en el bolsillo; no se tiene por qué hacer una peli buenísima, ni buena, ni siquiera mediocre, pero se tiene que hacer, porque se es persona y, si se es valiente, se es artista. Se firma el reportaje de hoy con la curiosidad de que el título aquí solo recuerda a la genialidad del Lore, Lore, Macu, Macu. Nos queda el disfrute contagioso de ver a los artistas disfrutar.