Una propuesta que no deja indiferente: La casa en el árbol

Zoe Montilla

¿Dónde estamos y a dónde vamos? La casa en el árbol (Luis Calderón, 2025) nos sitúa en un punto físico clave y lleva la mente de la protagonista a otra realidad, tan real como la nuestra, pues nosotros somos testigos de ella.

Este jueves, 20 de noviembre, se ha proyectado el primer largometraje de Luis Calderón, La casa en el árbol, una propuesta atrevida y novedosa, pero que se hace a la vez familiar gracias a sus referentes tanto clásicos como modernos del cine de terror. Seguimos la historia de Ale, una chica que busca vivir su vida tranquilamente con su prometido, hasta un día en el que la vida de este es arrebatada por una figura misteriosa. Todo esto ocurre en un albergue en una casa colgante en un bosque, de ahí el título. El ambiente que crea este bosque tan alejado de la sociedad es importante para generar la tensión y oprimir a la protagonista, convirtiendo el decorado en un personaje más de la narrativa.

Contando con la financiación del gobierno vasco, entre otros apoyos, Luis Calderón ha llevado a cabo esta realización con su productora, La Barbería Films. El guion, además de su visión como director, consigue darle a la película un estilo “de autor”, a pesar de ser muy consciente de que el cine es un arte grupal. 

El cast es estelar, contando con la mismísima Sandra Escacena, más conocida como Verónica en Verónica (Paco Plaza, 2017), y Kandido Uranga, actor en varias series y pelis, como Errementari (Paul Urkijo, 2017). También en el cast se encontraban Claudio Portalo, Apolonia Lapiedra y la cantante La Mala Rodríguez.

La película abre con un potente y simétrico plano de un funeral, estableciendo desde el primer momento la esencia y el tono de la cinta. Aparte de este introductorio, muchos planos incitan potentes sentimientos, gracias a la dirección de fotografía de Ernesto Báez. La dirección de arte, llevada adelante por Julius Lazarus, refuerza a través de props y vestuario la estética y, de maneras más sutiles, predicen el punto de giro final, creando un foreshadowing.

Ale es una mujer joven que lleva años saliendo con su novio, Jesús. Por una misteriosa razón, la familia de Jesús echa en cara a este que siga saliendo con Ale, lo que, unido a la tensión de que su madre haya fallecido recientemente, explota en una discusión con la hermana de Jesús. Esto obliga a Ale y a su pareja a separarse de la familia un tiempo. Por suerte, Ale tiene un plan para hacer que el día sea más disfrutable. Lleva en coche a Jesús a una casita en el bosque, donde pasan unos idílicos días juntos. La protagonista le propone matrimonio, a lo que el hombre da una respuesta algo ambigua, pidiéndole a Ale que no gaste dinero en un anillo, sino en sus procesos personales, que se dé el tiempo y el dinero que necesite. Conversan, y Ale confiesa que está segura de quién es y de cómo quiere seguir viviendo. Una noche, Jesús cae del tejado y muere, y vemos una misteriosa silueta cerca. Al año siguiente, ya lleva tiempo considerándose que la muerte de Jesús fuera un mero accidente, aunque Alejandra asegura que el responsable fue la persona que ella vio

La verdad es que este resumen está algo trampeado: una de las dinámicas más poderosas en la película es su narrativa no-cronológica. Aunque sí empecemos con el funeral de la madre de Jesús, lo siguiente que vemos es el supuesto accidente que este tuvo, seguido de una escena en la que Ale tiene la cara desfigurada y está siendo sedada en camilla. Luego nos situamos un año después de que muriera Jesús. En este año, Ale vuelve a la casa del bosque en busca de respuestas, que se manifiestan como flashbacks de su relación en estos días de vacaciones.

Luis Calderón fue estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla. Su trayectoria hasta el largo es fascinante e inspiradora. Es obvio que sabe la teoría, pero el verdadero reto es plasmarla en la pantalla y aprender a crear magia en el mismo rodaje. Esperamos ver más de Calderón en las siguientes ediciones.

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