Después de la boda: un corto que merece ser visto

Héctor Antón

FANTAELX vuelve a recuperar para el público, gracias al profesor Jaume Quiles, un cortometraje con más de cuarenta años de edad: Después de la boda. Su director es Rafael Pomares Peral, uno de los miembros fundadores de la ACAI, quien expone su obra en la gran pantalla del edificio Valona.

Esta película se proyectó a las 17:30 para una sala repleta de espectadores que estaban entusiasmados por verla. Antes de dar comienzo, Fran Mateu, director de este maravilloso Festival, presentó el evento, junto a los ya mencionados Jaume Quiles y Rafael Pomares, el protagonista de la velada. Ya habiendo introducido Después de la boda, el público pudo disfrutar de una versión de la obra digitalizada, subtitulada al valenciano y con un doblaje actualizado mediante el uso de inteligencia artificial. Esto se hizo para facilitar la comprensión de los diálogos.

Después de la boda es una cinta acerca de una pareja de recién casados que, tras la celebración de su unión, tienen un encuentro cara a cara con la muerte. La obra se realizó con pocos recursos, o prácticamente ninguno. Básicamente, se logró llevar a cabo gracias a una Super-8, un magnetófono y los sueños y esperanzas de todo el equipo que había tras esta. En este equipo se encontraba Diego Amorós García, un viejo conocido de FANTAELX, que, al igual que este año su compañero Rafael Pomares, en la edición pasada nos pudo presentar a todos los asistentes su corto de terror La máscara de la muerte.

Volviendo a Después de la boda, es increíble cómo el cortometraje consigue tener una atmósfera tan tensa y enigmática, pese a ese presupuesto tan precario. El estar grabada en Super-8, aunque no fuera una elección, hace que el ambiente de la película se sienta más pesado, debido al gran contraste y ruido que posee la imagen. También, ese ritmo lento que maneja ayuda a esa sensación de inquietud; en este aspecto se nota mucho cómo Hitchcock fue todo un referente para Rafael Pomares durante la producción, hasta el punto de que la cinta hace un claro homenaje a la icónica escena de la ducha de Psicosis, una escena en la que se nota que el corto es contemporáneo al cine de destape. El propio Pomares comentó cómo la pobre actriz cogió un resfriado grabándola.

Además, diría que la cosa que más me sorprendió de Después de la boda fue su manera de jugar con el público. La manera en la que manipula las expectativas es muy ingeniosa, tus sospechas de lo que ocurre van cambiando constantemente a lo largo de los 27 minutos que dura, hasta que al final hay un momento en el que directamente dudas de si lo que has visto es real (dentro de la historia, claro está). Esta duda queda satisfactoriamente resuelta con la revelación del final. Por último, me gustaría destacar dos cosas. La primera es la banda sonora, «El último abrazo», de Marcella Bella, le va como anillo al dedo a la cinta. La segunda son los efectos especiales, ya que, pese a ser muy humilde la producción, están logradísimos. Lo que más me llamó la atención en este apartado fue la sangre, que se veía demasiado realista, y normal porque, como explicaba el autor en el posterior coloquio, era sangre de cerdo real. También, en dicho coloquio explicó la ingeniosa forma que tuvieron de recrear el corte en la garganta que sucede en la cinta, mediante el uso de un tubo de plástico que ocultaba la navaja y que iba expulsando la sangre a medida que esta se movía.

Aludiendo de nuevo al coloquio con Pomares, en este nos comentó otras curiosidades sobre la producción de la cinta, sobre todo, relacionadas con las dificultades de hacer cortometrajes independientes que había en aquellos tiempos. Temas como lo caros que eran los rollos (entre 500 y 800 pesetas en rebajas), el tiempo de revelado que alargaba considerablemente el rodaje, las complicaciones del montaje analógico y las otras que surgían a la hora de implementar el sonido (que costaban más que nada por lo tedioso de sincronizarlo con la imagen). Era una tarea titánica, que, gracias a los avances, se ha ido haciendo más cómoda conforme han pasado los años. Además de estos detalles de Después de la boda, pudimos ver cómo, aparte de ser un excelente realizador, Rafael Pomares es una mejor persona. Un hombre que tenía una gran pasión por el cine, un hobby al que le dedicaba todo su ser, sin esperar nada a cambio. A él no le importaba el reconocimiento de los festivales; hacía cine por el simple gusto de hacer cine, como tiene que ser. Pese a esto, la pasión que tenía Pomares por crear se quedaba corta con la que sentía por la docencia. Siempre ha sido un profesor extraordinario, que tenía un método de enseñanza innovador, en el que buscaba educar a sus alumnos mediante el uso de películas y la producción de estas, para así también inculcarles un amor por el séptimo arte, además de un conocimiento sobre el lenguaje audiovisual que les permitiera mirar más allá de lo evidente. Objetivo que logró cumplir en varios de sus estudiantes. Pese a que él no lo necesite ni lo quiera, es un hombre que merece ser reconocido por su trabajo y recordado por lo que es.

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