El sangriento florecer del cuerpo

Pablo Tenza

Este martes, 18 de noviembre, a las 20 horas, se ha estrenado en la megascreen del Centro Comercial l’Aljub, la pantalla LED interactiva más grande instalada en España, Abril (2025), el cortometraje debut en la industria de la directora Alexandra Iglesias.

Abril se sitúa en el cumpleaños de su joven protagonista, y lo que comienza como una celebración tranquila en familia se convierte en un desastre cuando Abril empieza a notar extrañas manchas de sangre crecientes en su nuevo vestido, regalo de su madre y que parece importarle mucho. Abril se esconde rápidamente en el baño intentando ocultar estos grotescos cambios en su cuerpo. Mientras, entre temor y preocupación, lava cualquier mancha que pueda dejar por el camino.

Lejos de tratar la sangre como un elemento aterrador o grotesco, Alexandra Iglesias recurre al realismo mágico y al simbolismo de la sangre como símbolo de vida y transición. De este modo, ofrece una clara visión diferente de la menstruación y la transformación del cuerpo femenino a través de los ojos de una persona que desconoce la naturalidad y espontaneidad del proceso, mientras, con angustia y en silencio, ve cómo su cuerpo cambia sin siquiera haber tenido un aviso previo o disparo de salida que le ayudase a adaptarse rápidamente a la situación.
A la hora de representar la frustración de un alma joven, Sofía Otero realiza una actuación brillante, dejando que su personaje hable más con su mirada que con su boca y transmitiendo toda su preocupación con movimientos erráticos y decisiones improvisadas. Este papel de redescubrimiento nos recuerda al que realizó en  20.000 Especies de Abejas (Estibaliz Urresola, 2023), interpretando a una niña trans que convive con una familia en proceso de adaptación, y por el que se llevó el Oso de Plata en Berlín. 

Un aspecto esencialmente bello de Abril es su contraste de colores, llenando la cámara de elementos blancos para representar lo puro e inocente y así poder impactar al espectador cuando el rojo, un color asociado a la ira, la violencia y el caos, empiece a tomar el control del escenario y de la propia protagonista.

Y es que es innegable que Abril es un cortometraje muy íntimo, y esencialmente simbólico. Trata de forma violenta, pero especialmente hermosa, una de las transformaciones naturales más comunes del cuerpo humano, pero, a la vez, de las más aterradoras para un gran número de jóvenes en el mundo a las que no se les ha enseñado sobre ese cambio.

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